Necesidades educativas especiales

Necesidad específica de Apoyo Educativo

La reeducación pedagógica es una intervención psicoeducativa personalizada orientada a alumnxs que presentan algún tipo de dificultad de aprendizaje o necesidad educativa especial.

En Eiruga se ayuda a niños, niñas y adolescentes que presentan dificultades en el ámbito académico, asociadas a problemas como el TDAH, TDA, TEA, dislexia, retraso en el desarrollo, discapacidad… o que tienen necesidades de apoyo específico asociadas a una alta capacidad intelectual.

No sólo se trabaja para mejorar el rendimiento académico, sino también para gestionar y superar los problemas emocionales y conductuales asociados, como la ausencia de interés o motivación, el déficit de autoestima, las dificultades para establecer relaciones sociales, etc.

Se desarrollan programas personalizados en los que a través de una valoración completa se establecen objetivos adaptados a cada caso particular.

Problemas en el ámbito escolar

Bajo rendimiento escolar

El fracaso escolar es uno de los temas que más preocupa a los padres.

Hay muchos niños que cuentan con un adecuado coeficiente intelectual y sin embargo no avanzan en el aprendizaje de la manera que cabría esperar. En este caso, como en los anteriores, existen múltiples causas: desde factores internos al niño, como la motivación para ir al colegio, a factores ambientales como el entorno sociocultural o el ambiente emocional de la familia. En cualquier caso hay que estudiar cada caso de manera particular, detectando los puntos fuertes y el por qué de los puntos débiles.

Muchas veces los problemas de aprendizaje pueden ir acompañados de trastornos con implicaciones conductuales como el TDAH, que agravan la situación.

En muchas ocasiones, los problemas de aprendizaje o de rendimiento escolar, son consecuencia de no haber desarrollado correctamente un orden corporal, el control de su movimiento, un conocimiento del espacio, una motricidad precisa, una correcta función visual o auditiva, o una correcta lateralización, imprescindibles para aprender disfrutando.

Lo más importante es realizar una valoración exhaustiva para establecer un plan intervención especializado.

Bullying o acoso escolar

El bullying o acoso escolar es una forma de maltrato que se da entre escolares. El maltrato puede ser físico, psicológico o verbal y se produce reiteradamente en el tiempo por parte de uno o varios acosadores a una o varias víctimas.
Hoy en día, las conductas de acoso entre menores no se dan únicamente en la escuela: a través de las redes sociales también se producen estas conductas, a las que se denominan ciberacoso.

Es importante concienciarse sobre la importancia de establecer tratamientos preventivos, con el fin de actuar lo más tempranamente posible, para evitar que se llegue a producir el daño. En este sentido es básico educar en inteligencia emocional y habilidades sociales y dotar a lxs niñxs de estrategias para manejar conflictos. En Eiruga se organizan periódicamente talleres destinados a estos fines.

Por otro lado, en el trabajo con menores que han sido víctimas de acoso se deberá implicar tanto su familia como el centro educativo y lo mismo sucede en el trabajo con los agresores, el cual no puede limitarse a ellos, aislándolos del contexto social inmediato que es su núcleo familiar.

Problemas de aprendizaje

Muchas veces, tras un bajo rendimiento escolar se esconde algún tipo de problema en la incorporación y procesamiento de la información, como puede ser la dislexia, discalculia, disgrafía, TDAH, discapacidad intelectual, trastorno del espectro autista, etc.

Problemas de conducta

Hiperactividad

La hiperactividad entendida como síndrome (conjunto de signos y síntomas) puede originarse por múltiples causas: puede deberse a una forma de ser vinculada a la genética, puede ser un problema educativo o pedagógico, puede deberse a una disfunción, puede ser consecuencia de dificultades socioemocionales… Con el llamado TDAH o Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad ocurre lo mismo.

De la misma forma, existen muchos factores ambientales que pueden contribuir a mantener o agravar esta conducta. La velocidad de desarrollo infantil, el ritmo de estimulación y de exigencia, los juguetes, el esquema de vida familiar y los planes educativos tienden a la aceleración, la hiperestimulación y la hiperexigencia.

Claramente no todos los niños hiperactivos son iguales, por lo que en Eiruga, a través de un proceso de evaluación exhaustivo, tratamos de determinar los factores que tienen más peso en el origen y mantenimiento de la hiperactividad, para poder actuar sobre ellos.

Conductas disruptivas

Niños desafiantes, desobedientes, negativistas, o propensos a las rabietas constituyen una parte de las demandas más habituales en Psicología infantil. Detrás de estas conductas existen diferentes explicaciones: un problema de vínculo, una propensión genética, unas pautas educativas incorrectas, una excesiva sensibilidad… Cada uno de estos factores aporta un peso determinado en la manifestación del problema.

En Eiruga trabajamos con el niño y con las familias tratando de localizar esos factores que acentúan o perpetúan el problema, para poder trabajar sobre ellos y buscar soluciones.

Problemas de sueño

Conducta alimentaria

Los conflictos en torno a la comida son uno de los problemas por los que más atención se demanda en Pediatría.
Las dos preocupaciones mas presentes en los padres son la cantidad de comida ingerida por el niño/a y la variedad de alimentos que consume.

Cada caso es diferente, pero ante una demanda centrada en la conducta alimentaria es necesario explorar los hábitos familiares, los intentos de solución probados por los padres, la reacción ante esta conducta, etc.

Problemas emocionales

Depresión

La depresión infantil tiene una prevalencia (en España) de un 2-3% en niñxs de 9-10 años, aumentando este porcentaje hasta más del 8% en población adolescente. Los síntomas varían en función de la edad, siendo la ansiedad (manifestada a través de fobias y de enuresis y encopresis) el síntoma más común en preescolares. A partir de los 7 años se puede observar apatía, irritabilidad, agresividad, letargo o hiperactividad, tristeza y sensación de aburrimiento y culpabilidad, falta de concentración, disminución del rendimiento escolar, entre otros.

Ansiedad

1. Ansiedad por separación

Aparece un miedo o ansiedad intensos relacionado con tener que separarse de una persona con la cual le une un vínculo estrecho (madre, padre, etc.)

2. Mutismo selectivo

El mutismo selectivo consiste en la inhibición del habla en determinadas situaciones sociales (en el colegio, con determinadas personas, con compañeros de juego…) donde se espera que el niño hable. El niño restringe su respuesta verbal a ciertas personas de «confianza», normalmente sus padres o hermanos.

El mutismo selectivo se asocia con un componente de ansiedad ante situaciones sociales e interfiere negativamente en el rendimiento escolar y en la interacción social, por lo que representa un problema a tratar.

3. Fobias

Miedo o ansiedad intenso respecto a un objeto o situación específica, que se evita o se soporta a costa de un intenso malestar

4. Ansiedad generalizada

Ansiedad y preocupación excesiva que las personas tienen dificultades para controlar

Duelo

El dolor por la pérdida de alguien querido es un sentimiento que aparece en todas las personas, pequeñas y mayores.
Muchas veces los adultos no saben cómo afrontar con sus hijos el fallecimiento de un familiar y para evitar su sufrimiento les ocultan la noticia u ocultan su propio dolor cuando el menor está delante.

Sin embargo, el proceso de duelo es algo normal, necesario y adaptativo. Que los niños sientan el dolor de la pérdida es necesario para que puedan superarla. Por eso es importante que lo más pronto posible, se busque un momento adecuado para explicar lo ocurrido con palabras sencillas y sinceras, ya que de lo contrario el niño se dará cuenta de que su entorno ha cambiado y de que su familia sufre, sintiéndose confuso y asustado.

Debemos dejar que se exprese, que cuente lo que siente, recordar cosas bonitas que se han vivido y sobre todo mantenerse física y emocionalmente cerca del niño: abrazarlo, escucharle, llorar con él…

Permitir al niño asistir y participar en el funeral o el entierro, puede ayudarle a entender el paso de la muerte e iniciar mejor el proceso de duelo. En caso de que el niño no desee asistir debemos mostrarle nuestro apoyo en su decisión, para evitar que se sienta culpable.

En Eiruga orientamos a los padres para que ayuden a sus hijos en su proceso de duelo y ofrecemos asistencia en los casos donde el duelo no se ha elaborado de manera correcta.

La muerte es algo natural y como natural debe de ser enfocada, incluso con los más pequeños.

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